La búsqueda del equilibrio entre la utilidad y diversión que nos proporcionan los aparatos de domótica y la frustración frente a fallos de funcionamiento o dificultad de instalación y el elevado precio que a menudo los caracteriza están retrasando la incorporación a gran escala de estos gadgets en la vida diaria de muchos.
Estas navidades es muy probable que nos regalen algún que otro gadget domótico, esos aparatitos que están cada vez mas presentes en nuestras vidas, ya sean dispositivos tales como bombillas inteligentes, interruptores eléctricos, termostatos, cámaras de vigilancia, cerraduras inteligentes, puertas de garaje, alarmas de humo, dispositivos de cocina y mucho más…. Todos pueden ser funcionales y divertidos pero pueden llegar a ser tremendamente frustrantes.
Los dispositivos de automatización del hogar pueden ser muy cómodos y no requieren en principio disponer de elementos fuera de lo normal, por ejemplo si disponemos de un Smart phone y conexión a Internet podremos interactuar con muchos dispositivos tanto estando a su lado como desde un lugar distante. Ademas de la comodidad de poder controlar a distancia nuestros aparatos resulta divertido y con un mundo de posibilidades como por ejemplo controlar nuestras luces en función de lo que vayamos a hacer o programar un termostato de casa desde la oficina a través de un smartphone.
Sin embargo toda esa diversión y comodidad puede volverse en un momento una gran frustración cuando estos dispositivos de automatización del hogar dejan de obedecer y es entonces cuando nos podemos enfrascaren una lucha sin cuartel contra la tecnología una vez esta ha tomado nuestro hogar y hemos eliminado otros sistemas tradicionales mecánicos que resultaban mas sencillos de reparar.
El problema surge porque estos dispositivos son cajas negras que no ofrecen demasiadas opciones para diagnosticar los problemas que se puedan presentar. Tan solo puedes activar y desactivar el dispositivo , darle al botón de reinicio, volver a conectarlo al router o hub, hurgar en la aplicación de tu Smart phohe o indagar en alguna comunidad online, y si las cosas se ponen peor, borrar y volver a instalar la aplicación. Resulta muy frustrante la poca información que se recibe de estos dispositivos domóticos cuando dejan de funcionar.
Otra cuestión es que cuantos más bits de kits domóticos se tengan, más complejo se vuelve todo. La mayoría de los dispositivos requieren de sus propios concentradores (hubs) , cables , fuentes de alimentación y conexiones de red. Mientras que en la caja pueden figurar tres sencillos esquemas que muestran que la instalación es fácil hay muchos factores a los hacer frente a la hora de la verdad, y estos incluyen desde la disponibilidad de la red eléctrica, intensidad de la señal Wi-Fi, los cables de enrutamiento y mucho más.
Cuantos más dispositivos tienes, más complicada será su configuración. Y si se hace cualquier cambio significativo en la red – como cambiar la contraseña de Wi-Fi – entonces habrá que ir dispositivo por dispositivo para volver a conectarlos a la nueva red, una misión que a menudo resulta un verdadero quebradero de cabeza.
Pero aparte de las dificultades técnicas nos encontramos con la cuestión de precios y costes ya que al ser dispositivos cuyo uso no esta aun masificado no se ha llegado a economías de escala que permitan tener costes reducidos. Entonces hay que pagar una alta cuota de entrada para ser del club de los innovadores que usan productos Smart, ya que por principio la bombilla es un elemento barato pero si le añadimos Smart ya se le añaden “unos cuantos billetes”. Adentrarse en domótica significa sustituir productos de bajo costo, reemplazables y de gran disponibilidad por un hardware caro, sujeto a derechos de propiedad y que depende de la red y requiere Smart phones.
Otro factor a considerar es la esperanza de vida. Cualquier producto ya sea una bombilla normal o cerradura de puerta o una puerta mecánica de garaje tiene una vida útil que queda bastante clara y se ve perfectamente cuando ha dejado de funcionar. Sin embargo, con dispositivos inteligentes no sólo tenemos múltiples dispositivos que pueden haber dejado de funcionar como router, concentrador, alguna conexión etc.. sino que además nos podemos encontrar con que el fabricante haya dejado de dar soporte a este dispositivo, la aplicación ya no sea compatible con nuestro Smart phone o haya desaparecido del mercado, y de repente nos encontramos con un dispositivo listo para ir al reciclado junto a sus otros elementos. En definitiva, se paga mucho dinero por una esperanza: que la empresa que ha hecho el producto siga dando el soporte técnico durante el mayor tiempo posible.
Para que realmente prenda en los hogares el fenómeno de la domótica, seria muy recomendable que por un lado los software estuviesen basados en estándares abiertos: un ecosistema inter operable de hardware y aplicaciones que convivan. Ello seria también una buena garantía de “longevidad” de los productos frente a los fabricantes de hardware que desaparecen del mercado. Unos precios menores también ayudarían, y es algo que sucederá de forma natural. Y por ultimo unas mejores herramientas de diagnóstico.