La huella emocional. Una humilde garrafa de vidrio guardada en la retina del diseñador ha sido el inicio del proceso de diseño del aplique de pared Aura.
De ese objeto tradicional, que durante años formó parte del escenario doméstico, surge esta lámpara decorativa, que no sólo ilumina bien sino que también luce en la pared cuando está apagada.
Es un diseño emocional, por lo que el vidrio significa en la memoria colectiva, y un diseño racional y contemporáneo, porque se sirve de la tecnología LED para conseguir eficiencia y que la fuente de luz no pese en el conjunto formal. El vidrio opal, transparente o de color de su pantalla permite que la luz bañe la pared y cree un efecto luminoso sin estridencias pero genera un punto de interés en el espacio.
El diseño de Aura se asienta en nuestra cultura, deja una huella emocional, lo que es todo un indicio de su vocación de durar en el tiempo, de convertirse en uno de esos objeto de compañía que aportan vida a una casa, que nos hace un guiño cómplice al pasar junto a él o al prender su luz.